HADOPI: El modelo jacobino.

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publicado el 19 mayo 2009

Categorías: General / Internet / Opinión / Propiedad Intelectual

error_messageA la espera de su paso por el Conseil Constitutionnel francés el «modelo» Hadopi se ha convertido en el «nuevo» paradigma, la «moderna» cosmovisión en materia de defensa de los derechos de propiedad intelectual. Si, querido lector, el abuso de comillas tiene doble sentido.

Del contenido básico del modelo ya hemos hablado aquí. No se trata de reiterar todo lo que ya se ha dicho, pero quizás algunos ejemplos de lo que este «modelo» de vicaria inspiración jacobina representa para las libertades civiles, nos ayude a comprenderlo más allá de la esfera estrictamente jurídica. Lo que está garantizado es que, al menos, la «diversión» está asegurada. Véanse sino los siguientes supuestos:

  • Hadopi sanciona al abonado con el corte de la conexión (1): La sanción al abonado conlleva la sanción a TODOS los miembros de su familia que utilicen la conexión. Medieval. Todos los principios del Derecho, los generales y los especiales, vuelan por los aires.
  • Hadopi sanciona al abonado con el corte de la conexión (2): Si el abonado o titular de la conexión es una Universidad, un Instituto o cualquier institución colectiva TODOS los miembros de la misma se quedan sin internet. Mas de lo mismo.
  • Hadopi sanciona al abonado con el corte de la conexión (3): En los casos de varias líneas por abonado (segundas residencias, etc.,) ¿cortarán todas las líneas del abonado? ¿ Y si otro residente en mi casa se quiere dar de alta en la misma línea? ¿ Y el 3G? ¿Si tengo conexión por cable me quedo también sin televisión? Compadezco al que se encargue de redactar los reglamentos de desarrollo.
  • Hadopi obliga a instalar software de seguridad al abonado: Yo uso Linux, o Mac Os X, o Windows. ¿Me obliga a cambiar de sistema operativo para adaptarme a Hadopi? ¿Valen las herramientas del sistema o debo instalar spyware? ¿Quién va a auditar mi disco duro para saber qué tengo instalado?

Permítanme limitar semejante lista de dislates a los necesarios para evidenciar la inutilidad práctica del «modelo». Pero además de lo anterior y por si alguien todavía no se ha enterado, Internet ya ha descontado el efecto de estas medidas sobre lo que debería importar: que los autores fueran remunerados de forma directa por sus usuarios y en la medida que los tenga.

Y ese descuento se ha materializado  en tecnologías i2p, vpn, proxy en sus distintas variantes que van a dar al traste con los modelos jacobinos de gestión de derechos. La concepción filosófica y técnica de la red excluye por definición ese modelo y el control del ciudadano, a no ser que alguien encuentre el interruptor de Internet y le de al «off», que todo puede pasar.

La impermeabilización y el anonimato de las redes de intercambio de ficheros es ya una realidad, cierto que aún no mayoritaria, pero estímulos como Hadopi o procesos mediáticos como el de PirateBay van a acelerar su definitva implantación en el usuario de a pie.

Una propuesta: Las sociedades de gestión de derechos de propiedad intelectual, o los autores directamente agrupados en plataformas de difusión cultural, deberían asumir como propio el modelo que la red ha diseñado para compartir los bienes culturales y reinventarse a sí mismas ofertando al ciudadano un servicio de valor añadido por el que a cambio de una módica cuota de abono «comuniquen»  sus repertorios al público en general, y no empeñarse en seguir, como bien insiste Sanchez Almeida, cobrando por copias.

¿Alguien ha hecho un estudio del dinero que sólo en España se destina, vía cuotas de abono, a servicios tipo Megaupload o Rapidshare? ¿No sería más inteligente que ese dinero fuera directamente a los autores de las obras y dejara constancia en el PIB? Porque lo que interesa a los autores es -permitanme la metáfora- «monetizar»  su derecho. El contenido económico del derecho de propiedad intelectual si no se «liquida» en términos monetarios no vale para nada.

Las entidades de gestión de derechos de autor si no quieren verse superadas por la Historia deberían cambiar su paradigma, enfocar sus cuantiosos recursos en reciclar a todos sus abogados en técnicos especialistas en la creación y explotación de redes de datos para mayor provecho de sus afiliados y tranquilidad del ciudadano.

Saludos.